La empatía es la capacidad de entender el mundo desde el punto de vista de otra persona, o sea, saber ponerse en los zapatos del otro, y la motivación a tratar a los demás amablemente basados en tal entendimiento. La empatía no es mala, todo lo contrarío nos permite ser compasivos y es la clave del amor. Pero qué pasa cuando tendemos a sobrecargarnos de empatía?
Suelo leer una revista de yoga que me encanta, y me sorprendió encontrar, a diferencia de lo que pensaba sobre los sentimientos y acciones que deben tener los practicantes de yoga, que se abordara la sobrecarga de empatía como algo negativo, cualquiera diría que hay que ayudar a quien sea a cualquier precio.
Las causantes de la empatía son unas células cerebrales llamadas “neuronas espejos”, ellas se encienden para replicar el dolor del otro como si fuéramos nosotros mismos, no hay ningún problema cuando este espejo se enciende momentáneamente, de hecho esto permite que sintamos compasión y amor hacia el otro y es el mecanismo que nos permite ayudarle en determinados momentos, pero la gente que tiene exceso de empatía empieza a sentir ansiedad, depresión, miedo o agotamiento. Nos pasamos horas preocupados por el otro, padecemos en nuestras propias carnes el sufrimiento ajeno y queremos hacer desaparecer ese dolor. No les ha pasado que hay cierto tipo de gente, a la que queremos muchisimo, que al hablarnos de sus problemas solemos terminar con dolores de cabeza, nos sentimos tristes y hasta enfermos y es un sentimiento que nos dura horas, incluso días?
La revista dice:
“Puede parecer cruel o insensible pero, a veces, dejar que los demás luchen con su propio dolor puede ser el mejor regalo”.
Esto cuesta mucho porque creemos que cuando queremos a alguien hay que hacer lo imposible por ayudarlos, y a veces no nos damos cuenta quela única manera de ayudar es no ayudando, es un acto de amor inmenso pero el otro siempre nos verá como un ser maléfico, poco colaborador y sobretodo dirá que no lo amas, cuando realmente estás haciendo un sacrificio inmenso para que el otro camine con sus propios pies y no se pase la vida dependiendo de otros, es más difícil vigilar y darle la mano solo para que te levantes, que cargarlo todo el camino.
Otras veces sencillamente debemos apartarnos porque los problemas de otro afectan nuestra salud física y mental llegando el punto de que se agotan nuestros recursos emocionales, en este caso el articulo aconseja que:
“conviene tener claro lo que puedes y no puedes hacer en su ayuda, A veces habrá que limitar el tiempo que se pasa frente a esa persona y decirle: Te quiero y me importa tu problema, pero solo tengo unos minutos ahora para hablar de ello”.Puede parecer muy malo, pero es una desvinculación saludable y siempre tener en cuenta la afirmación:
“No he creado ningún problema a los demás y no puedo curarlos. Mi única esperanza es estar allí con compasión y amor.”No se trata de darle la espalda a la persona, o de no ayudarla, se trata de no sobrecargarnos de empatía de no padecer sus problemas en exceso, de solo comprenderlos y ayudar con mucho cariño y sobretodo de ser sinceros.
No es fácil pero me gusta como suena... Soy muy empática pero tratare de no sobrecargarme.
Nota: Se puede ser extremadamente empático, sin sobrecargarnos, la no sobrecarga de empatía nada tiene que ver con no tenerla o agarrase del concepto para no ayudar o no comprometerse con nada ni nadie, ni con los amigos ni con las buenas causas de las vida. Es una manera consciente de dar la mano al necesitado, de dar el hombro a quienes lo necesiten.
Inspirado y citado de texto:
¿Sobrecarga de empatía?
Yoga Journal 4