En Dublín me enamoré de las telarañas, de esas que son perfectas y que nos enseñan el arte de esos animalitos tan pequeños. En esta ciudad hay una en cada esquina, todas con su arañita, sabías que una araña no come de una telaraña que no haya fabricado ella misma.

Para mí es inevitable asociar estas hermosas telarañas con la canción del elefante:
♫Un elefante se balanceaba ♫
♫sobre la tela de un araña♫
♫como veía que resistía ♫
♫fue a buscar otro elefante♫
Yo me canse de atormentar a mi papá con ella y tú ¿cantabas esta canción?