viernes, enero 25, 2008

Sobrecarga de Empatía



La empatía es la capacidad de entender el mundo desde el punto de vista de otra persona, o sea, saber ponerse en los zapatos del otro, y la motivación a tratar a los demás amablemente basados en tal entendimiento. La empatía no es mala, todo lo contrarío nos permite ser compasivos y es la clave del amor. Pero qué pasa cuando tendemos a sobrecargarnos de empatía?

Suelo leer una revista de yoga que me encanta, y me sorprendió encontrar, a diferencia de lo que pensaba sobre los sentimientos y acciones que deben tener los practicantes de yoga, que se abordara la sobrecarga de empatía como algo negativo, cualquiera diría que hay que ayudar a quien sea a cualquier precio.

Las causantes de la empatía son unas células cerebrales llamadas “neuronas espejos”, ellas se encienden para replicar el dolor del otro como si fuéramos nosotros mismos, no hay ningún problema cuando este espejo se enciende momentáneamente, de hecho esto permite que sintamos compasión y amor hacia el otro y es el mecanismo que nos permite ayudarle en determinados momentos, pero la gente que tiene exceso de empatía empieza a sentir ansiedad, depresión, miedo o agotamiento. Nos pasamos horas preocupados por el otro, padecemos en nuestras propias carnes el sufrimiento ajeno y queremos hacer desaparecer ese dolor. No les ha pasado que hay cierto tipo de gente, a la que queremos muchisimo, que al hablarnos de sus problemas solemos terminar con dolores de cabeza, nos sentimos tristes y hasta enfermos y es un sentimiento que nos dura horas, incluso días?

La revista dice:
“Puede parecer cruel o insensible pero, a veces, dejar que los demás luchen con su propio dolor puede ser el mejor regalo”.

Esto cuesta mucho porque creemos que cuando queremos a alguien hay que hacer lo imposible por ayudarlos, y a veces no nos damos cuenta quela única manera de ayudar es no ayudando, es un acto de amor inmenso pero el otro siempre nos verá como un ser maléfico, poco colaborador y sobretodo dirá que no lo amas, cuando realmente estás haciendo un sacrificio inmenso para que el otro camine con sus propios pies y no se pase la vida dependiendo de otros, es más difícil vigilar y darle la mano solo para que te levantes, que cargarlo todo el camino.

Otras veces sencillamente debemos apartarnos porque los problemas de otro afectan nuestra salud física y mental llegando el punto de que se agotan nuestros recursos emocionales, en este caso el articulo aconseja que:
“conviene tener claro lo que puedes y no puedes hacer en su ayuda, A veces habrá que limitar el tiempo que se pasa frente a esa persona y decirle: Te quiero y me importa tu problema, pero solo tengo unos minutos ahora para hablar de ello”.
Puede parecer muy malo, pero es una desvinculación saludable y siempre tener en cuenta la afirmación:
“No he creado ningún problema a los demás y no puedo curarlos. Mi única esperanza es estar allí con compasión y amor.”
No se trata de darle la espalda a la persona, o de no ayudarla, se trata de no sobrecargarnos de empatía de no padecer sus problemas en exceso, de solo comprenderlos y ayudar con mucho cariño y sobretodo de ser sinceros.

No es fácil pero me gusta como suena... Soy muy empática pero tratare de no sobrecargarme.

Nota: Se puede ser extremadamente empático, sin sobrecargarnos, la no sobrecarga de empatía nada tiene que ver con no tenerla o agarrase del concepto para no ayudar o no comprometerse con nada ni nadie, ni con los amigos ni con las buenas causas de las vida. Es una manera consciente de dar la mano al necesitado, de dar el hombro a quienes lo necesiten.

Inspirado y citado de texto:
¿Sobrecarga de empatía?
Yoga Journal 4

martes, enero 15, 2008

Desafío Tulip

Todos somos capaces de conseguir nuestras metas, lo importe es saber cual es el objetivo y llegar sin desanimarnos, así nos tropecemos y hasta nos desviemos un poco del camino... Lo importante es volver a tomar el rumbo, creo que lo más difícil es empezar a andar, luego nadie nos detendrá...

Hace un año, entre el estres de cambiar de país de residencia, arreglar los papeles y todos aquellas aquellas cosas que nos agobiaban decidí, junto a Rita, José; y una amiga perder de una vez por toda aquellos kilos que hacia mucho tiempo me molestaban, y así; entre estres migratorio, trabajo, diligencias y al final hasta las fiestas decembrinas rebajé 20 kilos... No fue fácil. pero valío la pena todo, incluyendo en mi caso nada de pan de jamónn, ni hallacas... pero al final ponerme esos pantalones beiges que hacia años que no subían de la rodilla: NO TIENE PRECIO.

Tengo un Año usando el mismo pantalón...

Ayer arrancamos el Reto Tulip, para motivarnos les regalo mi historia y las fotos que juré no mostrarle a nadie, porque esa foto me alienta a seguir en el camino saludable y sobretodo les demuestra que si se puede, sin morirnos de hambre, sin estar 20 horas en el gym.. solo aprendiendo buenas maneras y sobretodo sin atentar con nuestra salud.

Adaptarme a España me ha costado 3.5 kilos, probando cosas nuevas (sobretodo dulces) y comiendo demasiado bocadillos en la calle ( acá el pan es dívino). Así; que me uno al reto Tulip, para volver al camino del bien, hacia la meta pautada y sobretodo volver a la buena, rica y sana comida

lunes, enero 07, 2008

De Mi vida en 64 kilos al Jardín Zen.


Mi vida en 64 kilos ya no es un nombre que me represente, si pesara todas mis pertenencias, seguro que daría mucho más que eso, ni siquiera yo peso 64 kilos, así que después de mucho pensarlo, cambio el nombre a mi casita virtual, somos seres cambiantes, dinámicos y por ello me decidí por
Jardín Zen, refleja la vida, es cambiante como el ser humano y representa lo que busco y anhelo en este momento: centrarme en la vida, en mis objetivos y sueños, pero sin dejar a un lado lo que me rodea, el aquí y el ahora,

Los jardines Zen están formados por distintos elementos naturales (principalmente arena fina, piedras pulidas y cristales de cuarzo, pero también velas o conchas marinas) sabiamente dispuestos sobre una sencilla cajita de madera, barnizada o pintada a mano. Son jardines sin vegetación o paisajes secos (kare-sansui) en los que la arena cubre toda la superficie del recipiente como si fuera un mar en calma. Están concebidos para inspirar vitalidad, serenidad y favorecer la meditación (en sanscrito, Zen significa meditación).

Elementos para un jardín sin flores:
  • Arena. Neutraliza los malos pensamientos, las actitudes y emociones negativas, creando un ambiente de tranquilidad y serenidad. Un espacio de arena perfectamente alisado representa la inmensidad del mar. Los surcos pueden simbolizar los diferentes caminos que emprendemos en la vida.

  • Piedras. Representan los obstáculos o las experiencias de la vida. Las que son irregulares y asimétricas contienen una mayor carga de energía. En la filosofía Zen nada pasa por casualidad y todo tiene una causa y un efecto. En un plano físico, representan las montañas.

  • Cristales de cuarzo. Pueden recibir, almacenar y transmitir energías positivas y generan armonía. Su transparencia está relacionada con valores como la sencillez, la humildad y la modestia.

  • Conchas o caracoles. Nos ponen en contacto con el mar y nos recuerdan su presencia. Representan la tranquilidad y la paz que se percibe ante la presencia de un mar en calma y el rumor constante de sus aguas.

  • Velas. Ayudan en muchos procesos de meditación creando ambientes que propician el relajamiento. Sirven para iluminar el jardín con una luz sedante y natural. Dentro del jardín pueden colocarse pequeñas velas redondas y aromáticas. Si son alargadas es más conveniente situarlas fuera de él.


Cuenta la leyenda que cuando el jardinero terminó su obra llamó al emperador para que contemplara su jardín.
“Te felicito. Es el más hermoso de los que he visto y esa roca es la más bella de todas”, sentenció el monarca.

Al instante, el jardinero cogió la piedra señalada por el emperador, la sacó del jardín y la tiró al mar. Entonces le explicó a su señor: “Ahora todo está perfecto y el jardín puede contemplarse en armonía. Un jardín, como la vida, tiene que ser visto en su totalidad. Si nos detenemos en la belleza del detalle, el resto nos parecerá demasiado feo”.