Se que cuando uno tiene hijos, estos niños se convierten en los más especiales, seguido de los sobrinos.Como no tengo ní hijos, ní sobrinos, los niños de mi vida son exteriores a mi entorno familiar más intimo, salvo mis hermanitos, los cuales siento casi como mis hijos, los pequeñines de 20 y 19 años que todavía son capaces de sacarme lagrimas y sonrisas. Pero como ya no son niños, no caben en mi relación con niños en este momento. Así como mi primo, Victor Hugo, un flacucho de 12 años que es todo corazón (no se como le cabe tanto cariño, en ese cuerpito tan flaquito). De ser un pequeñín (siempre el mas chiquito de la escuela) se ha convertido en todo un hombrecito(casí más alto que yo), pero eso no le impide verme con los mismo ojitos de cariño que cuando tenia 3 añitos y lloraba si salía de casa.
Es uno de los pocos hombrecitos de 12 años al que no le da pena alguna decirte “Te Quiero” y darte un abrazo.
Después de convivir con estos tres bebes y ver su transformación adulta, mi vida no estuvo marcada por ningún infante más allá de jugar un rato con el hijo de alguna amiga o conocido. No sentí por muchos años algún apego especial por algún niño.
Al tener tantos años alejada del apego infantil, me costaba relacionarme con los niños, me daba “miedo” encariñarme con alguno o quizás me daba miedo dejar salir al niño que llevamos dentro, y no hay mejor mago para encontrar el niño interior que un niño de verdad.
Entonces, conocí a Laura, la niña con la que mas contacto he tenido últimamente, La conozco desde que nació, pero no es hasta ahora, 7 años después, que siento que he aprendido a no tener ningún miedo a expresarle mi cariño, a jugar como si yo tuviera 7 años también, a correr junto a ella por todo el supermercado, a besarla y abrazarla, a quererla como una sobrinita, a sentirla parte de mi entorno intimo, a tomar decisiones tomándola en cuenta.
Laura: la mas picara y curiosa de los angelitos…le encanta saltar, brincar, correr y bailar toda actividad física es buena para ella, menos caminar. Disfruta mucho dibujar y hacer manualidades. Le encantan (como a mí) el rosado, las barbies, los marshmallows, el yogurt.
También acompañan mi vida 2 angelitos más, mis primitos: Leito y Valeria, dos angelitos con los cuales también siento esa nexo tan especial. Leito el más pequeñín, dos añitos, pesa poquito por lo que es fácil seguirle el juego de cargarlo y moverlo en el aire, le encantan que lo abracen y lo besen, es súper tierno y posee la mirada del Gato con Botas de Shrek y una risa capaz de hacerte olvidar cualquier problema. Valeria: la más sentimental, amante de los dibujos y de los cuentos, sus 5 añitos no le impiden disfrutar de las paginas de los libros, adora los cuentos y los juegos educativos.
Gracias a mis angelitos me he conectado con una parte de mí que estaba en el olvido…